LAS MUJERES Y LA PAZ

Por: Belén Alarcón
Directora Plataforma Sur

A propósito de los diálogos de paz que adelanta el gobierno colombiano y la insurgencia de las FARC-EP, vale la pena recordar la insistencia histórica de las mujeres, por lograr reconocimiento como actoras políticas y constructoras de paz, que llevó a que en el año 2000 Naciones Unidas expidiera la resolución 1325 que: “ Insta a los Estados Miembros a velar por que aumente la representación de la mujer en todos los niveles de adopción de decisiones de las instituciones y mecanismos nacionales, regionales e internacionales para la prevención, la gestión y la solución de conflictos(…) Reafirmando el importante papel que desempeñan las mujeres en la prevención y solución de los conflictos y en la consolidación de la paz, y subrayando la importancia de que participen en pie de igualdad e intervengan plenamente en todas las iniciativas encaminadas al mantenimiento y el fomento de la paz y la seguridad”. 

Llama la atención que en la actual Mesa de negociación el gobierno nacional, quien debería tener representación femenina, en tanto Estado miembro de la ONU, no tenga una sola mujer dentro de su equipo de negociadores y en contraposición las insurgentes FARC, las que según analistas el 40% de sus fuerzas son mujeres, estén representadas en lo que pareciera ser desde lo simbólico dos paradigmas: Sandra Ramirez, la compañera del legendario Manuel Marulanda, representaría el legado histórico de lucha de las FARC y Tanjia la joven guerrillera Holandesa como significante de la rebeldía universal. 

¿Dónde están las mujeres que desde el establecimiento expresen su historia y lo que quieren ser, es que esta sociedad patriarcal no ha parido mujeres de nuestro tiempo o es que la cultura machista prefiere mantenerlas en el ostracismo? 

El movimiento social por la paz, por su parte, donde las mujeres han sido sus principales dinamizadoras, aún no ve su representación en el escenario, más bien se le excluye como ha sucedido con Piedad Córdoba, quien desde la astucia femenina ha estado moviendo el escenario y preparando a la opinión pública, a pesar de haber sido abucheada y declarada loca por los intransigentes. El país requiere de mujeres que lleguen a este escenario no por bellas, siendo bellas, para que con intuición e inteligencia no se deje pasar esta oportunidad única para tratar las causas fundamentales del conflicto. Si se les excluye de los acuerdos de paz, se puede estar instituyendo la subsiguiente exclusión en las instancias encargadas de la toma de decisiones en un eventual posconflicto. 

Así, el proceso de paz ajustado en clave de negociación a los nuevos tiempos, como en ninguno otro momento de los anteriores, tendría mejores posibilidades con la voz de la otra mitad de la población.