PAZ PARA EL DESARROLLO

Por: Belén Alarcón 
Directora Plataforma Sur

Paz para el desarrollo o desarrollo para la paz: dilema en el que se han debatido los estudiosos y  diseñadores de políticas públicas durante los últimos veinticinco  años.  ¿Qué es primero  el desarrollo  o  la paz?  Durante mucho tiempo se creyó que la paz sobrevendría como consecuencia del desarrollo,  que  había  que  lograr  a toda costa. No importaba que tras este objetivo, se desataran inocultables propósitos  que  obstruían  la  paz; otros  pensamos  que  la  paz  no  sobrevendría  como  por  ley  de  gravedad  como  ejecución  de  planes  y programas de desarrollo, sino que ésta, la paz, en las condiciones de guerra prolongada de nuestro  país,  era una premisa inevitable para generar desarrollo sostenible.

En buena hora el presidente Santos, luego de ensayar la primera opción, se alinea con la segunda y comprende que su política de “prosperidad democrática” no es viable, si no se remueve el obstáculo de la guerra, recurriendo a la obligación constitucional de proteger la paz como primer bien, e inicia conversaciones para la negociación del final del conflicto. ¿Qué tan preparados estamos en el departamento del Huila, para semejante reto?


Para empezar, esta élite política desentendida de la realidad territorial, tiene que aceptar que el tiempo le cambió. El Huila, corazón del conflicto colombiano, siguiendo la política nacional, está en la obligación de someter a revisión la malhadada agenda interna de productividad y competitividad, que por centralizada, desconocedora del desarrollo rural y por la subvaloración del campesinado cayó en la obsolescencia. Urge ponerla a tono con los tiempos del desarrollo y someterla a discusión al calor de las negociaciones que ahora empiezan, no por casualidad, con el tema del desarrollo rural con enfoque territorial. Urge una estrategia de transparencia y trabajar una agenda de iniciativas de paz, muchas de éstas ya  andando en la comunidad, de lo cual no se percata la politiquería local.

El senador Rodrigo Villalba en debate en el Congreso de la República, habló de las siete plagas que han atacado al departamento del Huila, relacionadas con los impactos negativos de los megaproyectos y el zarpazo a las regalías, pero lamentablemente se le olvido hablar de las más grandes plagas: corrupción, politiquería y la de los opositores a las iniciativas de paz. El primer zarpazo a las regalías lo dieron los gobernantes politiqueros que hicieron de ellas su caja menor. Los guerreristas que siempre vomitan fuego contra quienes hemos creído en la solución política negociada del conflicto, están por ahora en la barrera. Si hasta los Comandantes usan un nuevo lenguaje, el de las fuerzas Militares: Hay que buscarla con “mucha dignidad, honor y grandeza”; “Sin arrogancia y sin rencores”, plantea el de las FARC.