¿JUGANDO POR EL CENTRO?


Por: Belén Alarcón  Alarcón
Directora Plataforma Sur

El panorama político marcado por los últimos movimientos hechos por jugadores que tratan de enredar la partida, parece simplificarse, tendiendo a tornarse monótono. El campo parece atiborrarse de jugadores que van cubriendo apenas menos de dos tercios de la cancha, desde la extrema derecha por donde desplega su juego el Puro Centro Democrático, que ni es puro, ni es centro ni es democrático, hasta la derecha y centroderecha santista, en la  que se destacan los partidos de la U, Liberal, sectores del Conservador, caso del pastranismo y los demás que conforman la Unidad Nacional. Mientras por el centro, pero con irresistibles tentaciones de jugar hacia la derecha, juegan el partido Verde, la novísima coalición, que  ha dado en llamarse “Pedimos la palabra” y el centrismo de los Progresistas de Petro, ocupados por ahora en defender la gestión de la alcaldía de Bogotá.


Jugando por el centro desde la izquierda oposicionista, llega ahora el Polo Democrático a congestionar más de lo que está, esa franja del centro a la derecha. Nadie parece por ahora, dentro de los partidos políticos existentes, querer jugar por el centro izquierda y mucho menos por la izquierda a secas.
Tras la reciente decisión tomada por el Comité Ejecutivo nacional del Polo Democrático, queda por completo descubierto el juego, desde el centro hasta la izquierda. Una realidad política inocultable que deja mucho que desear de la actuación del único partido que hasta ahora se reclamaba abiertamente de oposición.
Así entre gambeta y gambeta sale de la banca a jugar un jugador emergente empeñado en cubrir el flanco izquierdo, pero sin juego por el centro y por supuesto por la derecha. Es la Marcha Patriótica, movimiento que de permanecer en el campo, tendrá que sudar la camiseta no sólo por la izquierda, sino también poner a rodar la pelota por el centro y hacer los pases necesarios para mover el marcador. Este nuevo jugador nace con un lastre, diríamos que inevitable en las condiciones históricas del país, es el duro peso de la estigmatización, lo cual por si mismo sería llevadero, sino fuera porque sobre este pende el peligro de la marginalización que es ni más ni menos que el resultado de la política excluyente que practican los partidos de la derecha y del centro que irónicamente se llaman democráticos. La Marcha Patriótica, por supuesto, no puede caer en la trampa de dejarse marginalizar y autoexcluirse detrás de un discurso rígido y doctrinario.
Con una partida monótona y enredada, si no dejan jugar a la izquierda y al centro izquierda,  los hinchas pueden salirse del estadio y acudir al Coliseo Romano para complacientes u obligados seguir presenciando el espectáculo  cruento de la guerra en Colombia que ya lleva cincuenta años