MOVIMIENTOS SOCIALES: EXPECTATIVA Y MIEDO

Por: Belén Alarcón  
En Colombia los partidos políticos, en virtud de la venalidad de buena parte de su dirigencia, que se ha visto envuelta en casos de corrupción  y componendas con círculos económicos y sectores al margen de la ley y más dedicados al mejoramiento de sus condiciones personales o entretenidos en resolver escaramuzas internas, afanes de protagonismos y rebatiñas por controlar los cargos de dirección y representación dentro de sus partidos, han perdido capacidad para interpretar y representar a las comunidades dejándolas al garete, pues sus ofertas, agitadas cada cuatro años en campaña electoral, pasado el escrutinio dejan de hacer parte de sus agendas.
Ante esta crisis de representación de los partidos, evidenciada en la situación del suroccidente colombiano, el constituyente primario, ha encontrado una forma de hacerse escuchar a partir de los Movimientos Sociales y regionales (indígenas, campesinos, afrodescendientes, mujeres, etc.,), que hoy gracias a las tecnologías de la información, se conviierten en verdaderas redes que amenazan, afortunadamente, con hacer cambiar la forma de hacer política en el país.

Será por eso mismo, o por la renuencia de la politiquería tradicional a adoptar formas democráticas de ejercicio del poder y de inclusión social y política y el miedo a que sus ídolos con pies de barro se rompan, que la Movilización social es estigmatizada  y señalada de estar infiltrada por la insurgencia o de que fuerzas oscuras estén tras ellas. De esta equivocada práctica no escapan incluso algunos que reclamándose demócratas, hacen eco de estos señalamientos, en el afán de blindarse frente a acusaciones y de tener cabida en el juego político electoral que se avecina.

 La Movilización Social hoy, debe ser reconocida como la forma de expresión organizativa más importante y los partidos políticos demócratas están en la obligación de acompañar sus demandas aun corriendo el riesgo de ser señalados de connivencia con fuerzas oscuras, que siempre lo harán cuando de reivindicar sus causas se trata .

De lo que deberían ocuparse los partidos con talante demócrata, es de confirmar si las reivindicaciones indígenas, campesinas, estudiantiles son válidas y acompañarlas decididamente. Pues de no ser así, si bien no serán señalados de insurgentes si podrán serlo de haber faltado al compromiso con el elector. Este miedo al pueblo mostrado por los partidos, si deja a los movimientos sociales expósitos y vulnerables a la intervención de fuerzas externas a las dinámicas partidistas o a la voluntad exclusiva del gobierno.

Por ahora la expectativa es si la organización política reclamada de oposición, está en condiciones de acompañar el Movimiento Social o si el miedo la sacará del juego de lo político, lo que significaría lamentablemente la prolongación de la guerra.