¿DIÁLOGOS DE PAZ COLOMBIANOS AMENAZADOS?

Por Nemesio Gómez 



No queremos competir con augures de desgracias. No por eso, podemos pecar de ingenuidad e ignorar cual avestruces el fragor de la tormenta que arrecia en el entorno internacional. Es necesario atisbar el proceloso contexto en el cual a los contendores de medio siglo finalmente se le ocurrió sentarse a diálogos en La Habana y Oslo, máxime si entendemos que nada de lo que ocurre en el patio trasero del Imperio podrá suceder sin el visto bueno del Gran Hermano. Comencemos por conjeturar que tal
vez sea la necesidad de ocultarle a Caperucita las fauces de lobo hambriento lo que llevó al coloso del Norte a acceder a la aspiración de las FARC de llevar a Simón Trinidad como uno de sus voceros en las tratativas de paz.     

Semejante conjetura no tiene nada que ver con paranoias que lleven a ver fantasmas del terror por todas partes. Simplemente corresponden a un extrañamiento brechtiano que obligan a preguntarse por qué mientras EU apuntala las etapas III y IV de su programa de escudos antimisiles, que pone al mundo en una nueva versión más siniestra de la guerra fría, estaría dispuesto a apoyar unos diálogos de paz en su más preciada banana republic. Acotemos que este último deshonroso título no se le sigue dando a Colombia por sus antiguos enclaves de la United Fruit  Co., cuanto por obediencia a la estrategia del proyecto paramilitar (aún continuado) a cuyo financiamiento han concurrido sus compañías transnacionales como la Drummond y “United Brands, la multinacional de marras, que comercia desde 1990 la marca Chiquita en conjunto con Dole y Del Monte…” que  “reconoció que entre 1994 y 2007 entregó 1,7 millones de dólares a grupos paramilitares de Urabá y el Magdalena y permitió remesas de armas para estas facciones en barcos a su cargo.”[i] Como éstas, tantos otros monopolios transnacionales siguen siendo hoy por hoy los consentidos del régimen neoliberal colombiano, y no propiamente por una innata tendencia entreguista de los Uribes o los Santos, cuanto por la imposición de la coyunda imperial a las neocolonias que los obliga a ser sirvientes fieles. Por algo, Chile y Colombia siguen siendo considerados como los firmes aliados del Imperio en Latinoamérica.
Pero esta situación no sonaría tan grave para el futuro de los diálogos, si no fuera porque debe traerse a cuento la política ultraagresiva que Norteamérica y la Unión Europea vienen agenciando, a través de la OTÁN, contra los países que tienen “la desgracia” de poseer grandes yacimientos energéticos, auríferos y de otras materias primas. Si no, ¿cómo explicar las invasiones, (con argumentos mentirosos),  a Irak, Afganistán y Libia, y las amenazas que se gestan contra Siria, Irán y aún contra nuestra hermana República Bolivariana de Venezuela, y que están poniendo al mundo ad portas de la III Guerra Mundial?    
Un necesario análisis geopoítico de esta situación exige tener en cuenta textos de economistas y politólogos mundialmente reconocidos como el de Norman Pollack, escritor y profesor de historia en la Universidad estatal de Michigan, quien afirma que “en el caso de Estados Unidos ya se puede hablar de fascismo porque existe una interpenetración entre el gobierno y los grandes capitales, la cual ha creado un jerarquizado sistema de clases sociales, con enormes diferencias de riqueza y poder; porque este sistema militarizó los valores sociales y la estrategia geopolítica; porque pretexta la falsa ideología de una sociedad sin clases para inculcar la lealtad al orden social entre el pueblo trabajador..”[ii] Consideramos modestamente que esta afirmación se queda corta, pues debe ser aplicada también a las otras grandes potencias, socias de EU, como la Unión Europea, así como a sus neocolonias que se ven obligadas a reproducir desventajosamente el modelo. Recordemos la sencilla definición que  L. Trotsky acuñara para el Fascismo: “Dictadura terrorista del gran capital”. De ahí que se haga necesario  acuñar una nueva categoría económico-política para el fenómeno que aqueja ahora a la humanidad con alcances globales cual es la de “Neofascismo”. Sus nuevas características, adicionales a las ya definidas, tienen que ver con su ya gran cobertura lograda en sus pretensiones globales, que incluye en lo económico el tambaleante modelo neoliberal de los “chicago boys”; en lo político, su insistencia en presentarse como adalides de la fementida “democracia”, cuyo rancio modelo no puede ser otro que el norteamericano; y en lo militar, su petensión del sometimiento mundial a una única Alianza, la OTAN. En esta dirección y bajo las más audaces cybertecnologías, pretenden someter las demás potencias, que debido a antecedentes socialistas, remanentes o presentes como Rusia, China, Siria, Irán, Corea del Norte,  y algunas jóvenes  propuestas latinoamericanas se convierten en los ejes del mal que es imperativo derrotar, además para finiquitar el saqueo de los países que aún se resisten, y con lo cual aspiran a paliar su debacle económica.
Sin embargo, esta reedición de la Guerra Fría y la pretensión hegemónica, agenciadas por el monstruo de mil cabezas, afrontan una nueva y demoledora amenaza: el colapso del tramposo modelo neoliberal que empobrece al 99% de la población y enriquece más aún al restante 1%. Tal tendencia se reproduce en todo el mundo capitalista y Colombia no es la excepción. Frente al fenómeno surge la inevitable inconformidad de los trabajadores empobrecidos y de las mayorías informales o desempleadas en campos y ciudades. De ahí los movimientos de indignados, los alzamientos en la mal llamada “Primavera Árabe”, el despertar de estudiantes y campesinos en nuestro país… Pero la agresividad del capital parasitario no retrocede, se agrava y profundiza el empobrecimiento de las masas, lo que incrementa el descontento de los sectores populares, todo lo cual paraliza más el sistema global. Éstas se aprestan a resistir, igual que los países amenazados por el gran Leviatán. Seguramente también la resistencia, tenderá a incrementarse, tanto en su capacidad de organización y de movilización como en sus respuestas militares, según, de hecho, ya está ocurriendo al generalizarse el conflicto en el Oriente Medio. El actual orden establecido, parece acercarse aceleradamente a su fin, y paradójicamente está golpeando a los centros más desarrollados del capital; además, nadie podrá pronosticar que la tendencia desmoronadora del absurdo modelo no vaya a llegar hasta nuestra querida Colombia.
De ahí que nos tememos que el bienintencionado propósito de negociar la paz entrará a chocar con la mayor agresividad de la explotación capitalista que se agudiza contra las grandes mayorías del campo y la ciudad. Esta tendencia a la agresividad del gran capital no sólo se expresó en las descalificaciones y anatemas contra las elementales denuncias y aspiraciones populares expresadas en el discurso de Iván Márquez. También se expresó a título de ejemplo en la brutal represión contra los intentos de movilización campesina en Neiva, Huila, que dejó en un solo intento de bloque de la vía, 38 campesinos heridos, en hechos ignorados por los medios al servicio del gran capital. Por eso, si los diálogos no conducen a la negociación de un cambio de modelo socioeconómico, (según lo rechazan los defensores del estatu quo) es altamente probable que el intento conduzca a una nueva frustración.  El anterior análisis elemental deja claro que el intento desmovilizador de las fuerzas insurgentes, sin cambio de modelo socioeconómico, político, ni militar, aspiración tan cacareada por los sectores proclives a la oligarquía, en el contexto internacional actual, resultaría en un gran triunfo del modelo neofascista y prolongaría por muchos años el sufrimiento de los de abajo. Pareciera, pues, que las FARC hubiesen elegido el contexto internacional más desafortunado, si de desmovilización se tratara. Y al régimen que descarta cualquier cambio de modelo habría que advertirle que ninguna reforma agraria integral puede ser posible sin los cambios estructurales que demanda con urgencia la superación del decrépito modelo neoliberal.


[i]Aurelio Suárez Montoya. Colombia - Breve historia de la industria del banano. Martes 23 de diciembre de 2008. En http://alterinfos.org/spip.php?article3022

[ii] Citado por Alberto Rabilotta en ALAI AMLATINA. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=157960. Norman Pollock, es autor de “The Populist Response to Industrial America” y “The Just Polity”. Ver “Under the Cloak of Liberalism America on the Cusp of Fascism”:
http://www.counterpunch.org/2012/10/12/america-on-the-cusp-of-fascism/